OMS actualiza directrices sobre planificación operacional para la respuesta a la COVID-19

Recientemente, el director ejecutivo del Fondo Mundial, Peter Sands, lamentó que los líderes financieros no hubieran considerado seriamente los riesgos económicos asociados a brotes de enfermedades infecciosas, a la luz de las lecciones aprendidas de las pasadas epidemias de SARS en Hong Kong y MERS en Corea. Destacó que el “Covid-19 es un desafío para la salud con enormes consecuencias económicas y humanas y que debemos ajustar nuestra respuesta para asignar mayores recursos hacia la lucha contra este virus en sí. Debemos aprovechar esta oportunidad para salvar la distancia abismal entre el mundo financiero y el de salud”.

En los brotes anteriores se ha observado que cuando los sistemas sanitarios se ven desbordados, la mortalidad por enfermedades para las que existen vacunas o tratamientos también pueden aumentar drásticamente. Durante el brote de enfermedad por el virus del Ébola de 2014-2015, el exceso de fallecimientos por sarampión, paludismo, VIH/sida y tuberculosis atribuible al colapso de los sistemas sanitarios superó al de las muertes por ébola (1,2).

La pandemia de COVID-19 está sometiendo a una gran presión a los sistemas sanitarios en todo el mundo. El rápido aumento de la demanda a la que se enfrentan los establecimientos sanitarios y los profesionales de la salud amenaza con sobrecargar algunos sistemas sanitarios e impedir su funcionamiento eficaz.

«La mejor defensa contra cualquier brote es un sistema sanitario sólido» —subraya el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus—. «La COVID 19 muestra la fragilidad de muchos sistemas y servicios sanitarios en todo el mundo, y está obligando a los países a tomar decisiones difíciles sobre el mejor modo de satisfacer las necesidades de sus ciudadanos».

Para ayudar a los países a elegir el rumbo correcto ante estos desafíos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha actualizado sus directrices sobre planificación operacional para lograr satisfacer tanto las exigencias de la respuesta directa a la COVID-19 con la necesidad de seguir prestando servicios sanitarios esenciales y mitigar el riesgo de colapso del sistema. Esto abarca una serie de medidas inmediatas específicas que los países deberán considerar a escala nacional, regional y local para reorganizar y mantener el acceso a unos servicios sanitarios esenciales de calidad para toda la población.

Los países deben determinar qué servicios esenciales serán priorizados para mantener la continuidad de su prestación e introducir cambios estratégicos para garantizar que los recursos cada vez más limitados proporcionen el máximo beneficio a la población. También deberán aplicar las exigencias y precauciones más estrictas, especialmente en relación con las prácticas de higiene y con la disponibilidad de los suministros adecuados, particularmente los equipos de protección personal. Esto requiere una planificación sólida y una actuación coordinada entre los gobiernos y los establecimientos sanitarios y sus gerentes.

Algunos ejemplos de servicios esenciales son la vacunación sistemática, los servicios de salud reproductiva —incluida la atención durante el embarazo y el parto—, la atención a lactantes de corta edad y adultos mayores, el tratamiento de enfermedades mentales, enfermedades no transmisibles y enfermedades infecciosas como el VIH, el paludismo y la tuberculosis, los tratamientos hospitalarios críticos, el tratamiento de problemas urgentes de salud y servicios auxiliares como el diagnóstico básico por imagen, los servicios de laboratorio y los bancos de sangre.

Los sistemas sanitarios bien organizados y preparados podrán seguir proporcionando un acceso equitativo a la prestación de servicios esenciales durante una situación de emergencia y así limitar la mortalidad directa y evitar una mortalidad indirecta innecesaria.

Las directrices destacan la importancia de mantener una información actualizada, lo que exige una comunicación frecuente y transparente con la sociedad y una fuerte articulación con las comunidades para que el público pueda seguir confiando en la respuesta del sistema de forma segura a sus necesidades esenciales y que controle el riesgo de infección en los establecimientos sanitarios. Esto ayudará a conseguir que las personas continúen solicitando atención sanitaria cuando sea necesario y sigan los consejos de salud pública.

El documento de las directrices está disponible en inglés en el siguiente vínculo: https://www.who.int/docs/default-source/coronaviruse/covid-19-sprp-unct-guidelines.pdf

  1. Elston, J. W. T., Cartwright, C., Ndumbi, P., & Wright, J. (2017). The health impact of the 2014–15 Ebola outbreak. Public Health, 143, 60-70.
  2. Parpia, A. S., Ndeffo-Mbah, M. L., Wenzel, N. S., & Galvani, A. P. (2016). Effects of response to 2014–2015 Ebola outbreak on deaths from malaria, HIV/AIDS, and tuberculosis, West Africa. Emerging infectious diseases, 22(3), 433.

 

 

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